martes, 24 de octubre de 2017


HENRY DAVID THOREAU. LA VIDA CON PLENITUD

Esta semana ponemos fin a la serie de tres programas dedicados a Henry David Thoreau pocos meses después de la celebración del segundo centenario de su nacimiento.

Como en las dos emisiones anteriores, en el programa que ahora comienza os leeré textos del autor recogidos de Todo lo bueno es libre y salvaje, la estupenda antología de fragmentos de sus obras presentada por la Editorial Errata Naturae, que cuenta en su catálogo con varios títulos del filósofo, ensayista y poeta norteamericano.

Entre las inspiradoras reflexiones del pensador os ofrezco, también como en semanas precedentes, reivindicativas canciones cuyos temas giran sobre distintos aspectos de la naturaleza y el medio ambiente, con un mensaje, en general, proteccionista, ecológico y conservacionista. Caetano Veloso, Johnny y Rosanne Cash, Zazie, Bob Dylan, Jack Johnson, Angelo Bertoli, Lou Reed, Tracy Chapman, Sting, Arlo Guthrie, Toquinho, John Prine, Sufjan Stevens y Michael Jackson son sus intérpretes.


¡Cuántas hileras de sauces podados cada tres años para obtener combustible o pólvora, y todo gran pino y roble, u otro árbol del bosque, talado desde que hay memoria del hombre! Como si se fuera a permitir a los especuladores que exporten las nubes del cielo, o las estrellas del firmamento, una a una. Nos veremos reducidos a roer la corteza misma de la Tierra para alimentarnos.


Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome sólo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesario. Quería vivir intensamente y extraer el meollo de la vida, vivir de manera tan dura y espartana como para apartar todo lo que no fuera la vida, surcar una divisoria y llevar la vida hasta un rincón y reducirla a sus elementos básicos y, si resultaba mezquina, obtener entonces toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo; y si fuera sublime, saberlo por experiencia y poder dar cuenta de ello en mi próxima excursión.

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