martes, 27 de octubre de 2009


JULIO RAMÓN RIBEYRO

Nada más jamás. Jamás probar. Jamás fracasar. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor. Con esta sugestiva cita de Samuel Beckett, excelente, repleta de significados y muy conocida (y reiterada hasta la saciedad en múltiples foros, una insistencia a la que desde aquí contribuyo, mea culpa), os presento la edición de Buscando leones en las nubes de esta semana que retoma el tema del fracaso, aunque esta vez centrándolo en la figura de un escritor magnífico, cuya obra os recomiendo con entusiasmo, Julio Ramón Ribeyro, el autor peruano de cuyo nacimiento se cumplieron ochenta años el pasado 31 de agosto (no hay semanas suficientes para tantas efemérides en Buscando leones en las nubes).

Julio Ramón Ribeyro es un escritor formidable, que cuenta en su no muy dilatada trayectoria literaria (murió con apenas cincuenta y cinco años) con novelas, ensayos, teatro, colecciones de aforismos y reflexiones (excepcional su Prosas apátridas) y, sobre todo, cuentos, espléndidos cuentos, reunidos en una edición ejemplar por Alfaguara, que los presentó en 1994 con el título de Cuentos Completos. Julio Ramón Ribeyro es también el autor, y por ello protagoniza nuestra emisión de esta semana, de La tentación del fracaso, un voluminoso diario que recoge sus anotaciones personales tomadas entre 1950 y 1978. El libro lo publicó en 2003 la editorial Seix Barral, con estupendos prólogos de Ramón Chao (padre de Manu Chao, dicho sea entre paréntesis) y Santiago Gamboa. Os dejo aquí los enlaces a dos aproximaciones muy completas al diario del peruano en distintas revistas literarias. La primera, muy ceñida e interesante, aparecida en Letras Libres, la legendaria cabecera mexicana; la segunda, algo más densa y con más pretensiones, pero igualmente atractiva, en Espéculo, la revista de estudios literarios de la Universidad Complutense. De La tentación del fracaso están extraídas todas las citas de la presente edición de Buscando leones en las nubes, fragmentos que aluden a la insatisfacción, el sinsentido, el hastío vital, la frustración que acompañan a un jovencísimo aspirante a escritor que traslada a su diario las perplejidades, la angustia existencial, la melancolía crónica de una vida que se desenvuelve entre bandazos por distintos escenarios americanos y europeos (Madrid y Barcelona entre ellos).

Y acorde con el tono algo amargo y desesperanzado de los textos, aparece la música, también triste y melancólica. Unas canciones, sin embargo preciosas, interpretadas por Grant Lee Phillips, Lhasa de Sela, Cat Power, Lisa, Maria Gadú, Gigi, Vetiver, Zee Avi, Joe Henry, Sara Tavares, Eels y Lizz Wright.

En la sección de vídeos quiero ofreceros cuatro deliciosas versiones interpretadas por algunos de los artistas que han aparecido en el programa. En primer lugar la delicadísima recreación del Last night I dreamt that somebody loved me de los Smiths (¡salud para Morrisey, desvanecido hace un par de días en un concierto!) en la voz intensa y emocionada de Grant Lee Phillips, con un fondo de imágenes no demasiado evocadoras, a mi juicio, pero… ¡¡qué canción!! A continuación, Lhasa de Sela nos trae de nuevo a Leonard Cohen con su Who by fire. Detrás de ella, Cat Power, con la fantástica versión, tan triste, del Wonderwall de Oasis, mejor que la original. Y para terminar, la impresionante interpretación del Old man de Neil Young en la poderosísima voz de Lizz Wright.




Julio Ramón Ribeyro

miércoles, 21 de octubre de 2009


EL DULCE SABOR DEL FRACASO

El eje temático, un tanto vago y difuso, sobre el que gira el Buscando leones en las nubes de esta semana, el nexo que enlaza los fragmentos literarios y las canciones del programa (un programa que salió al aire con bastantes deficiencias técnicas, por las que os pido disculpas) es el fracaso. El fracaso como condición consustancial de la existencia, la certeza de que el ser humano está abocado, por naturaleza, por su naturaleza mortal, a fracasar es una de las claves de la obra de Émile Cioran, el pensador rumano, el filósofo del pesimismo, al que véis en la foto y que en una cita que apareció ya en la emisión que inauguró Buscando leones en las nubes en su primera temporada, en el curso 1999/2000, decía: Todos los hombres tienen que destruir su vida. Y según la manera como lo hagan se llamarán triunfadores o fracasados. Pues bien, de ello trata nuestra edición de esta semana, del fracaso, de la radical imposibilidad de dar alcance a nuestros sueños, de la constatación del hecho de que nuestros deseos se verán siempre desmentidos por la realidad, y a la vez, de la necesidad de mantener -contra viento y marea- nuestras ilusiones, de la necesidad de seguir viviendo entusiasmados pese a la inutilidad de tanto esfuerzo.

La razón por la que he querido dedicar al fracaso esta emisión de Buscando leones en las nubes -más allá del interés que desde siempre ha tenido este tema para mí (el íntimamente dulce sabor del fracaso frente a la amargura del éxito, siempre algo obsceno, siempre algo estéril, siempre algo falso)- está relacionada, como casi siempre en estos casos, con el azar. Recientemente me han asaltado -podríamos decirlo así- en diferentes ámbitos dos manifestaciones especialmente emocionantes de esta idea que hoy nos ocupa. Por un lado, escuché días atrás la descripción que hacía el director de cine José Luis Garci de una secuencia de una película -cuyo título no recuerdo- en la que un personaje que aparece en escena se interesa por el resultado de un partido de fútbol que alguien está viendo en la televisión. ¿Quién va ganando? -pregunta el recién llegado-. Nadie, contesta el otro, unos pierden más despacio que los otros. Por otro lado, tuve ocasión de ver, hace algunas fechas, un documental sobre el exilio republicano que siguió a nuestra guerra civil, y en él un anciano español residente desde los días aciagos de aquella contienda en Bélgica, uno de aquellos “niños de la guerra” que abandonó nuestro país tras la rebelión militar contra la República, contaba, en su castellano materno casi olvidado, y obligado a recurrir a su francés adoptivo, ya -quizá- más definitivamente suyo; contaba, digo, entre sollozos, y con emoción incontenible, que sufría enormemente cuando veía un partido de fútbol entre España y Bélgica, pues no sabía entonces cuál de los dos equipos preferir, despojado ya para siempre de su identidad, el fracaso al que otros condenaron su vida puesto de manifiesto entonces, patente en esa opción trivial. Al final, decía entre lágrimas, voy por el que pierde, siempre voy por el que pierde.

Y con este motivo unificador he elegido textos y músicas. Todos los fragmentos leídos se refieren, aunque sea de un modo muy vago e indirecto, a la pérdida, a las derrotas, a los proyectos incumplidos o frustrados, a la impotencia y el desasosiego a los que nos conduce la certeza, inequívoca, de la imposibilidad de alcanzar nuestros sueños, al eterno conflicto entre la realidad y el deseo, a la dificultad de vivir una existencia casi siempre lamentable, a la atormentada conciencia de nuestra propia finitud, a la radical desesperación que lleva consigo esta triste condición humana que nos humilla y nos obliga a vivir como meros animales racionales cuando, como dioses, somos capaces de imaginar paraísos. Son textos, a mi juicio muy interesantes y sugestivos, escritos por James Salter, Marcos Ordóñez, Antonio Lobo Antunes, Julio Ramón Ribeyro, José Carlos Llop, Andrés Trapiello, Juan Benet, Ricardo Piglia, J. M. Coetzee, José Antonio Garriga Vela y Adolfo García Ortega.

Las canciones elegidas son tristes y melancólicas y evocan, en la atmósfera algo lánguida que las envuelve, en su intimismo doliente, esa misma sensación de abatimiento y desesperanza que marca el tono del programa. Sus intérpretes han sido Yann Tiersen, Carrie Rodriguez, Rosa Passos, Dianne Reeves, Liz Durrett, Kristin Asbjornsen, Jann Arden, Rokia Traoré, Lambchop, Caroline Henderson y Rodrigo Leao con Ana Vieira, Pedro Oliveira y Ana Carolina.

Esta semana sólo puedo dejaros un par de vídeos con dos de las mejores canciones del programa: la delicadísima y preciosa L’échec, de Yann Tiersen, con el fondo de una nocturna y lluviosa Montevideo, la ciudad más triste del mundo, y otra maravilla, Slow day, que he querido que volváis a escuchar pese a que el vídeo no es tal y sí en cambio una muy austera foto fija de Kristin Asbjørnsen, su intérprete.




El dulce sabor del fracaso


martes, 13 de octubre de 2009


CUARENTA AÑOS DEL SARGENTO PIMIENTA
La festividad de este pasado lunes ha impedido que Buscando leones en las nubes se emitiera en las ondas en su horario habitual. Para suplir este vacío, os ofrezco ahora un programa de 2007 dedicado a celebrar los cuarenta años del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, el legendario disco de los Beatles.

Como es costumbre (una costumbre que, por desgracia, mi falta de tiempo convierte en cada vez más reiterada) no os dejo aquí un comentario extenso sobre la importancia de este álbum magnífico, sobre las curiosidades de su grabación, sobre la época convulsa en que se registró y sobre el reflejo de ese mundo en cambio en los surcos de aquel vinilo anticipador, sobre las turbulencias, las disensiones, los desencuentros que vivía el grupo en aquellos días, indicadores sutiles de su ya pronta separación, sobre la poderosa y muy notoria influencia de las drogas en sus surrealistas letras y en su innovadora música, también en la vida de sus autores, sobre la extraordinaria repercusión del disco en la vida musical y en la sociedad de su tiempo y aun del que estaba por venir, sobre las deslumbrantes novedades y los controvertidos avances técnicos que supuso, sobre su sorprendente carátula, llena de guiños y de citas y que tantos homenajes y recreaciones y hasta plagios posteriores ha suscitado. De todo ello, y de muchísimas cosas más, habla el imprescindible libro, cuya portada es hoy la imagen de esta entrada, Vida y milagro del Sgt. Pepper’s. Un disco para una época, publicado por Global Rhythm y escrito por Clinton Heylin, un apasionado y muy bien documentado experto. No os lo perdáis, a poco que os interesen los Beatles, los sesenta o el nacimiento y la evolución de la música pop contemporánea.

Mi particular homenaje a otro de mis discos preferidos de los Beatles consistió en una recreación de sus trece canciones originales en la voz de otros tantos intérpretes, en una particular celebración, pista a pista, del talento de los de Liverpool a partir de las casi siempre apreciables ‘reformulaciones’ por parte de algunos de sus devotos admiradores. Así, si os descargáis el programa (o si lo reproducís en esta página), podréis escuchar versiones interpretadas por Gilberto Gil, Rita Lee, Aimee Mann, Fionn Regan, Connie Evingson, Billy Bragg con Cara Tivey, Bikeride, Patti Smith, Claudine Longet, Michelle Shocked, The M’s, Peter Frampton con los Bee Gees y Sting. Entre ellas, las psicodélicas, algo extravagantes, en contadas ocasiones emotivas y muy a menudo anodinas letras de los Beatles, en este disco cargadas de veladas (y a veces no tan ocultas) alusiones a las drogas; un territorio, el del ácido, los psicotrópicos y las sustancias alucinógenas, que los chicos de Liverpool frecuentaban con asiduidad en aquellos tiempos y cuyo evanescente rastro impregna el disco.

Y para que la genuina voz de los Beatles no falte en este recordatorio, os ofrezco en la sección de vídeos, con el inexcusable fondo de la mítica portada del Sargent Pepper, el disco original completo repartido en cinco fragmentos consecutivos.




Cuarenta años del Sargento Pimienta

martes, 6 de octubre de 2009


CRUZANDO ABBEY ROAD


Buscando leones en las nubes continúa con esa faceta algo nostálgica y conmemorativa con la que hemos comenzado nuestra undécima temporada. Y si a lo largo del mes de septiembre fue Leonard Cohen el objeto de nuestra mirada retrospectiva, esta semana son los Beatles, los fabulosos cuatro de Liverpool, los que concitarán nuestra atención con ocasión del cuadragésimo aniversario de la publicación, a finales de septiembre de 1969, en Inglaterra, y a principios de octubre de ese mismo año en Estados Unidos, del magnífico álbum Abbey Road, uno de los mejores de entre los suyos y, creo que no exagero, uno de los mejores en términos absolutos de la historia de la música popular. En cualquier caso, el disco que a mí personalmente más me gusta de los del cuarteto británico y, sin duda, el LP (disculpadme la jerga antediluviana) que más he escuchado en mi vida.

Una vez más, mis limitaciones personales y mi poca disponibilidad de tiempo me impiden desarrollar aquí con profundidad los múltiples aspectos destacados en el disco (el de su extraordinario valor en el orden estrictamente musical, el más general de la inmensa creatividad artística, de la innovación técnica y de la experimentación que rezuman sus diecisiete piezas, el enfoque sociológico que resaltaría su capacidad para recoger y plasmar los movimientos sociales y culturales de la época, la vertiente documental que enfatizaría las circunstancias de su grabación, la presencia en él del germen de la inminente desintegración del grupo, y tantos otros). Como de costumbre, delego en internet y en la wikipedia el tratamiento más detenido de esos temas.

Me limitaré, entonces, en esta entrada, a daros noticia de cuál ha sido mi peculiar acercamiento al universo ‘beatle’ en los diez cursos largos de existencia de Buscando leones en las nubes. Dejadme contaros, de entrada, que yo escuché, con fervor y pasión exaltados, toda la discografía de los Beatles entre mis catorce y mis diecisiete años. Y que, gustándome -y mucho- sus primeros discos, quizá los más conocidos, sin duda los más radiados, los que contienen las canciones que de modo evidente cualquier ciudadano del último y más recóndito rincón del mundo asocia a su nombre (Yesterday, A hard day’s night, Michelle, Ticket to ride, Help, y tantas más), son sus obras finales, singularmente el Sargent Pepper, el Álbum Blanco, y este Abbey Road los que me entusiasmaron entonces y me siguen pareciendo hoy obras maestras. Por ello, en Buscando leones en las nubes hemos celebrado en 2007, 2008 y ahora en 2009, los cuarenta años de, respectivamente, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, The White Album y, hoy, Abbey Road (al que, desde entonces, siempre denominé a la española -y me resulta casi imposible acostumbrarme a lo contrario-: Abi Road, con mi agreste pronunciación de aquellos años, no demasiado mejorada con el tiempo, la verdad).

El programa dedicado al doble Álbum Blanco salió al aire dentro de una serie de cuatro emisiones, radiadas en mayo de 2008, dedicadas a conmemorar el mayo francés de 1968. Las cuatro, incluyendo la beatleliana, os las ofreceré aquí en algunas de esas pausas que tan a menudo, y debido a las vicisitudes del calendario académico, congelan la programación de Radio Universidad. En 2007, la celebración de turno recayó sobre el Sargent Pepper. La emisión, titulada Cuarenta años del sargento Pimienta, aparecerá en el blog la semana próxima, como paliativo de la ausencia de programa el lunes 12, una fecha que, al coincidir con día festivo, nos deja sin emisión en vivo.

Con respecto al programa de ayer, el particular homenaje que hemos dedicado a la última grabación de los Beatles (Let it be, que vería la luz un año después, fue registrado, no obstante, con anterioridad), lo singular de nuestra propuesta consistió en que se pudieron escuchar, en el mismo orden del disco original, sus diecisiete canciones, aunque interpretadas por músicos distintos al legendario cuarteto. Versiones de muy diversa índole, con estilos muy variados, de dudosa calidad o discutible valor en algunos casos, pero que permiten apreciar -todas ellas- la maravilla de las canciones primitivas. Así, aparecieron, Dianne Reeves con Cassandra Wilson, Mina, Frankie Lane, Dani, Anita Harris, Sarah Vaughn, Nina Simone, el Quarteto em cy, Paul Nicholas con Dianne Steinberg, los Bee Gees, Frankie Howard, Roy Wood, Joe Cocker, Ben Folds, Dobbie Dobson, George Benson y los propios Beatles, a los que he dejado que cerraran el programa con la breve y algo iconoclasta Her Majesty, una pista final escondida en el disco. Espero, más allá de que os gusten todas las recreaciones emitidas, que apreciéis mi esfuerzo porque, aunque tengo más de cien discos de versiones de los Beatles, encontrar interpretaciones más o menos dignas y coincidentes con el espíritu del programa para todas las piezas del álbum ha resultado, en algunos casos, muy difícil.

En el apartado de vídeos la opción ha sido muy sencilla. Con la imagen de fondo del famoso paso de cebra de Abbey Road os ofrezco el disco original completo, fraccionado en seis secuencias. De ese modo podéis contrastar la interpretación inicial de los Beatles con las versiones ofrecidas en el programa.




Cruzando Abbey Road