lunes, 22 de diciembre de 2008


VIAJES...


Buscando leones en las nubes dedica, desde hace ya algunos años, la última emisión de cada temporada, la inmediatamente anterior al verano, al viaje. La proximidad de las vacaciones y la cercanía de la estación estival predisponen el ánimo hacia la aventura, hacia la búsqueda de experiencias desconocidas, hacia el descubrimiento de nuevos horizontes. Escojo entonces algunas reflexiones sobre el viaje para componer el programa, textos que hablan de esa pulsión fantástica, del placer de viajar, de la atracción del camino, de la emoción del vagabundeo, de los encantos y los peligros, de la fascinación y el hastío, de las promesas y las decepciones, de la libertad y la nostalgia y la locura y la pasión del viaje.

Pero como, además, el espíritu está alegre, y hay una especial y más intensa propensión a la felicidad, y la exaltación que trasmite la naturaleza desbocada se contagia, y la vida fluye por doquier, y todo, el sol, el cielo azul, las calles, las gentes, el mundo, conspira en favor de una visión entusiasta y apasionada de la existencia, Buscando leones en las nubes muestra también en esas emisiones su versión más optimista. Y así, el último lunes del mes de junio el programa se vuelve festivo, efervescente, eufórico, deslumbrante, como corresponde a la ocasión. Salen al aire canciones exultantes, llenas de ritmo, que invitan al baile. Justo la antítesis, por lo tanto, del estilo habitual de Buscando leones en las nubes, de nuestra tan apreciada melancolía, de la languidez acostumbrada, de las atmósferas íntimas, relajantes, sosegadas que nos definen e identifican.

El programa que dejo aquí ahora -también las vacaciones navideñas son una invitación a viajar- es el último del curso pasado. En él, los textos sobre el viaje fueron escritos por Ángeles Mastretta, Andrés Trapiello, M.G. Vassanji, Sándor Márai, José Saramago, Sebastián Guallar, William Maxwell, Gustavo Martín Garzo, Jan Morris, Colin Thubrom y Javier Reverte. Las canciones, algunas muy comerciales -pero, en música, no tengo prejuicios: lo que me gusta, me gusta, aunque salga en los 40 principales-, son magníficas piezas de Hercules & The Love Affair, Benjamin Biolay, Bruce Springsteen, Duffy, Manu Chao, Macire Scylla, Adriana Calcanhotto, Amy Winehouse, Madonna, Santogold y Fiamma Fumana.

Para darle colorido a esta entrada, 'cuelgo' también un par de vídeos: una interpretación no habitual, con la que no estaréis tan familiarizados, del Mercy de Duffy (con algún fallo técnico en la imagen, que no perturba gravemente, sin embargo, la posibilidad de su disfrute) y una fantástica intervención de Amy Winehouse cantando su formidable Rehab en el show de David Letterman.







Viajar 2008

martes, 16 de diciembre de 2008


DESPEDIDA 2008

Radio Universidad acomoda sus emisiones al calendario académico de la Universidad de Salamanca. En consecuencia, y teniendo en cuenta que las vacaciones navideñas comienzan el próximo dia 19 de diciembre, el programa de ayer fue el último de Buscando leones en las nubes de este trimestre y, por lo tanto, de este año 2008.

Como despedida del año (despedida en las ondas, pues en próximos lunes seguiré ofreciendo aquí, en el blog, algunos programas de temporadas pasadas para que no perdáis los buenos hábitos y no os 'desenganchéis' del todo de Buscando leones en las nubes) la emisión de ayer (que encaja en nuestra ya habitual denominación de 'Miscelánea') ofreció una muestra variopinta y heterogénea de textos interesantes y canciones deliciosas sin otro vínculo común que su interés y su calidad.

La parte literaria del programa la integran textos escritos por Philippe Claudel, John Connolly, Ann-Marie MacDonald, William Maswell, Juana Salabert, Adolfo García Ortega, John Lanchester, Vikram Seth, Antoni Casas Ros, Andrés Trapiello, Nancy Huston y Fernando Royuela.

La banda sonora de la emisión la constituyen canciones interpretadas por Toni Childs con Ayub Ogada y Peter Gabriel, Rufus Wainwright, Ornella Vanoni con Fiorella Mannoia, Heather Nova, Aster Aweke, Ed Harcourt, Anne Clark con Murat Parlak, Fernanda Takai, Till Bronner, Luka Bloom, Emmylou Harris y KT Tunstall.

Os dejo (para alegrar un poco una entrada tan austera) un vídeo con Rufus Wainwright al piano haciendo la versión del Hallelujah de Leonard Cohen que ha sonado en el programa. Hablando de 'alegrar', no es Rufus Wainwright, precisamente, el tipo más divertido del universo, pero en fin... (Mi intención era poner algún vídeo del Senza paura de Ornella Vanoni y Fiorella Mannoia, una canción que es todo un himno, entusiasta y festivo, que induce a la felicidad, a la exaltación, al baile, a la vida... pero los que he encontrado en YouTube son bastante pobres. Entrad, no obstante, y curisoead...)





Despedida 2008

lunes, 8 de diciembre de 2008


CITA EN TOMBUCTÚ

Esta semana, al ser hoy, lunes 8 de diciembre, festivo, no hay emisión regular de Buscando leones en las nubes. Aprovecho para dejar aquí un par de programas antiguos (que ya alguno de vosotros había solicitado) denominados de manera genérica Cita en Tombuctú.

Cita en Tombuctú es también el título de una excelente novela de Pep Subirós con la que el autor catalán obtuvo el premio Josep Pla en 1996. El libro, publicado por la editorial Destino en su colección Áncora y Delfín, es, sólo doce años después, prácticamente inencontrable, lo que da idea del absurdo en el que se mueve la industria editorial española, aquejada de una especie de 'fiebre de la actualidad' que conduce a una delirante invasión de novedades que (si hay suerte) permanecen en las estanterías de las librerías el tiempo justo para su fugaz contemplación (y poco más) por los potenciales y desesperados lectores. Dos meses después (como mucho) de su casi clandestina irrupción en los anaqueles de las librerías... el libro cae en el olvido, se devuelve a la casa matriz y allí, en sótanos que uno imagina siniestros, es guillotinado sin contemplaciones, víctima de las prisas, de la impaciencia, de la burda concepción de los negocios, de la inclemente política de editoriales y distribuidoras. En fin, los peajes de la acelerada 'modernidad'... Confiemos en que, como ha ocurrido con Le Clézio, omnipresente ahora en las librerías (¡¡no os lo perdáis!!), algún suceso externo permita la reedición de esta estupenda Cita en Tombuctú.

En la novela se cuenta, en esencia, una historia de amor y de pasión. Lisa abandona a Andrés para huir a África llevada por la fuerza de sus sueños, en busca de la mítica ciudad de Tombuctú. Al poco tiempo, el propio Andrés, espoleado por la ausencia y el deseo, saldrá a su encuentro. La novela se desenvuelve en diversos géneros literarios: el epistolar, la crónica histórica, los libros de viajes, la novela psicológica, la de iniciación; y se mueve igualmente en diversos planos, de los que destaco dos de ellos que me sirvieron de elemento clasificador a la hora de organizar las dos emisiones.

Por un lado, y este enfoque constituye la base del primer programa, hay un nivel que podríamos llamar 'objetivo', 'externo' a los personajes, que se refleja en textos que incluyen descripciones de la ciudad de Tombuctú, que hablan de su rica y misteriosa historia, de sus leyendas, de sus tradiciones, de sus mitos, de su espíritu inmemorial. Se trata de un acercamiento que recoge estampas de la legendaria ciudad africana, de sus gentes, recuerdos de su deslumbrante pasado, relatos, narraciones varias... Para ambientar esa atmósfera intensa y desconcertante, sugestiva y enigmática, los textos se acompañan de música, por supuesto de Malí, interpretada por algunas de las más destacadas figuras del fecundo universo musical del país africano, mostrando un mosaico deslumbrante de la riqueza sonora maliense: Habib Koité, Keletegui Diabaté, Tom Diakaté, Boubacar Traoré, Mamou Sidibé, Vieux Farka Touré con Toumani Diabaté, Issa Bagayogo, Rokia Traoré y el magnífico Alí Farka Touré al que ya conocéis como responsable de la sintonía de Buscando leones en las nubes.

La versión que se ofrece en el segundo programa, sin abandonar del todo la descripción del entorno maliense, es más 'subjetiva', más 'interna'. En ella se presentan las reflexiones que hacen los protagonistas de la novela de Subirós, esa pareja española, blanca, que, por separado, marcha a África tras sus sueños, tras sus ideales, tras su pasión, tras ellos mismos también. Son comentarios en relación al viaje, a su experiencia africana, a su deambular por las calles, por los ríos, por las arenas desérticas, en procura del amor perdido, en búsqueda de sentido para sus vidas. Y como marco sonoro de los pensamientos de estos dos europeos que viajan por Malí, la música de esta segunda emisión es también maliense pero con una perspectiva algo más abierta, más cosmopolita y multicultural, no centrada sólo en la desbordante producción musical del país africano. En este segundo programa suena, prácticamente íntegro, un disco extraordinario, Diario Malí, en el que se conjugan el genuino acento de la kora del artista de Malí Ballaké Sissoko con la delicadeza del piano del italiano Ludovico Einaudi, en un diálogo musical, en una conversación entre culturas que produce un resultado fascinante y arrebatador, sencillo y también, paradójicamente, muy refinado y sugestivo.



Cita en Tombuctú I


Cita en Tombuctú II

miércoles, 3 de diciembre de 2008



TOM WAITS. PRIMEROS 'CLÁSICOS'

Hace unas semanas os anticipé el inicio de una serie de programas dedicados a Tom Waits con ocasión de su entrada en el sexagésimo año de su vida. El próximo 7 de diciembre, el -para mí-genial cantautor californiano cumple 59 años y con esa muy frágil excusa Buscando leones en las nubes quiere ofrecer, a lo largo de todo un año, hasta el 7 de diciembre de 2009, cinco o seis emisiones (sobre la marcha iré concretando su número exacto) dedicadas a mostrar (en textos y canciones) el particular universo de uno de los más destacados protagonistas de la escena musical contemporánea.

En el programa de este lunes han salido al aire algunas canciones magníficas, algunos de los primeros 'clásicos' de Tom Waits, correspondientes a la etapa inicial de su carrera, editados entre 1973 y 1980 en el sello Asylum. Se trata de auténticas joyas, piezas inolvidables que ya están en la historia de la música popular del siglo XX: Martha y Ol'55, del álbum Closing time, de 1973; The ghosts of saturday night y The heart of saturday night, del disco con este último título, publicado en 1974; Tom Traubert's blues y The piano has been drinking, que aparecieron en 1976 en el disco Small change; Burma shave, del álbum Foreign affairs, de 1977; Blue Valentines, extraída del disco casi homónimo (Blue Valentine) de 1978; Ruby's arms, de Heartattack and wine, de 1980. La mayor parte de ellas fueron recopiladas en un disco posterior, The Asylum years, que en 1984 recogió lo mejor de esta muy fecunda etapa de debut de Tom Waits.

Para acercaros mejor el mundo de Tom Waits, el programa os ofrece, antes de cada una de las canciones, sus personalísimas letras (en traducción de Alberto Cajal, para la editorial Fundamentos), unos textos en los que están presentes todos los emblemas que describen, que definen el territorio del cantautor (por cierto, la mayor parte de sus canciones, a partir de 1980, fecha en la que la conoció, están concebidas en colaboración con su mujer, Kathleen Brennan, con la que sigue veintiocho años y tres hijos después). Por ellas deambulan prostitutas perdidas en una existencia carente de esperanza, soldados borrachos, vagabundos sin futuro, enanos de circo, turbios traficantes de droga, lamentables camellos, bailarinas de a diez centavos el baile, policías corruptos, repartidores de pizza, camareras de pelo teñido y uniforme desgastado... e inmigrantes mexicanos y proxenetas y tatuadores profesionales y boxeadores sonados y barrenderos y encargados de gasolineras y solitarios amarrados a la barra de un bar y saxofonistas que arruinan su vida en escenarios míseros tocando ante la indiferencia de tres o cuatro parroquianos ebrios y repartidores de periódicos y jugadores de billar y corredores de apuestas y pobres hombres que labran su imposible porvenir jugándose el alma con los dados marcados... perdedores todos, tristes perdedores, gentes sin futuro, despojos nocturnos, ruinas humanas...

Y el paisaje por el que desfilan todos estos espectros es también muy reconocible, muy de Tom Waits: bares de noche, todo tipo de bares, cervecerías malolientes, garitos infectos, clubes sórdidos, tugurios repletos de borrachos, drugstores mal iluminados por la última luz de una noche de derrota, y también gasolineras, carreteras, luces de neón, callejones oscuros y semáforos y gimnasios y cines de serie C y cárceles y parques de atracciones fuera de temporada y trenes de mercancías sin destino conocido y emisoras de radio que suenan en la madrugada... y máquinas de café y expendedoras de tabaco y navajas y pistolas y peleas y botellas rotas y mugrientos billetes de dólar... y desvencijados moteles de carretera y urinarios públicos y aparcamientos siniestros y coches de segunda mano y miserables hoteles por horas a los que chiquillas de cuerpos huidizos y apenas formados conducen a individuos de torvo semblante y burdeles de tercera con sábanas gastadas por sus múltiples usos...

Pero detrás de todo ello... la ternura, el amor, la belleza, la melancolía, la esperanza, la ilusión, el deseo... la poesía, la inmensa poesía que aflora en la voz desgastada, en la voz quebrada y áspera de un artista genial. Os dejo aquí el enlace a una página con decenas de vídeos de actuaciones de Tom Waits. Os dejo igualmente, para cerrar por hoy esta entrada al blog, su interpretación de Tom Traubert's blues, que también encontraréis en el programa.








Tom Waits. Primeros ‘clásicos’

martes, 25 de noviembre de 2008


EL AROMA DE LAS MUJERES


Con la emisión de esta semana de Buscando leones en las nubes he pretendido compensar un poco el tono agrio (impactante, desgarrador, habéis escrito en este blog) de los textos de hace siete días. He querido ofrecer un programa que operase a modo de contraste con el de la semana pasada. Si entonces, con ocasión del homenaje a Cesare Pavese, leía algunos fragmentos del diario del escritor italiano, su genial El oficio de vivir, unos fragmentos referidos a las mujeres teñidos por su radical misoginia, por su a veces brutal escepticismo, en esta ocasión vuelvo a hablar de las mujeres, pero desde una perspectiva más optimista, más alegre, más, incluso, entusiasta, ardiente, exultante. Para el programa de este lunes he seleccionado una serie de textos de escritores, casi todos hombres, que amando extraordinariamente a las mujeres, no concibiendo la existencia sin su encanto, sin su fascinación, sin su influjo, sin su magia, sin su aroma, lo explicitan abiertamente en sus palabras. Unas palabras que evocan la aparición fugaz e irrepetible de una sombra femenina en una calle, que dan noticia de su paso perturbador por nuestras vidas de pobres hombres desarbolados por su maravilla, de la estela fulgurante que deja su rastro; palabras que hablan de emoción, de deslumbramiento, de dulzura, de felicidad, de exaltación, de enamoramiento y, en último término, de vida, de una vida plena, realizada, lograda, de esa promesa de una vida intensa que encierra siempre (aunque no lleguemos a alcanzarla) la repentina irrupción de una mujer hermosa en nuestra aburrida cotidianidad. Esos textos, que, insisto, nos hablan del deseo que siempre suscita la belleza femenina, del erotismo difuso que impregna tras su paso calles y parques, casas y plazas, trenes y aviones y oficinas y edificios y jardines, de la provocadora ensoñación en que nos sume su visión, de la potencia vital que despierta su resplandor, están entresacados de algunos libros de John Banville, Philip Roth, José Juan Tablada, Orham Pamuk, Olivier Rolin, Antoni Casas Ros, James Salter, David Trueba, Anne-Marie Garat, Andrew Miller y Bernhard Schlink. Una edición de Buscando leones en las nubes hecha, pues, a partir de la mirada de los hombres, pese a la presencia entre ellos de Anne-Marie Garat (aunque hablando por boca de un varón, uno de sus personajes), una emisión sobre las mujeres pero con un enfoque inequívocamente masculino.

Y para evocar ese misterio apenas entrevisto que encierra una mujer a la que nos cruzamos en la calle, esos segundos irrepetibles que nos marcarán para siempre, aunque se agoten en sí mismos, la emisión se nutre de canciones con intérpretes femeninas, también. Con las pautas habituales de Buscando leones en las nubes, es decir, música intimista y relajada, sosegada y algo lánguida, levemente triste y con un punto de dulce melancolía, han salido al aire unas cuantas piezas preciosas, varias versiones, muchos tonos acústicos, alguna exótica balada africana, en fin, el menú más previsible de Buscando leones en las nubes. Así, han sonado Martina Topley-Bird, Susan Wong, Eliza Gillkyson, Vanessa Rubin, Rosa Passos, Adele, Holly Throsby, Sophie Zelmani, Sibongile Khumalo, Aimee Mann y Elisabeth Fraser.

He elegido como título para el programa El aroma de las mujeres porque en muchos de los fragmentos literarios se evoca la presencia femenina a través del difuso encanto de su perfume: el aroma como símbolo de lo inaprensible, de lo intenso, de lo fugaz y de lo que, a la vez, permanece, del rastro apenas intuido pero que perdura en nuestra memoria, de la palpitación del instante, del poderoso influjo de lo no tangible. El aroma como metáfora, pues. Pero como no sólo de metáforas vive el hombre y como, por otro lado, nos adentramos en la campaña publicitaria de Navidad que, pese a lo aterradora, siempre nos depara más de una maravilla, os dejo aquí el enlace a una página en la que encontraréis diez de los mejores anuncios de perfumes femeninos de los últimos años. Unos anuncios dirigidos, entre otros, por David Lynch o Wong Kar Wai, y que cuentan con la presencia de Keira Knightley, Sarah Jessica Parker o Gisele Bundchen y con la música de Beyoncé o Blondie, por citar tan sólo algunos nombres de artistas muy relevantes y atractivas. Además, aquí mismo, en un lugar que he querido que fuera principal y muy destacado de esta entrada, os dejo dos preciosidades: el anuncio de Amour, de Kenzo, con la música de CocoRosie envolviendo con su aura de mágica belleza unas imágenes extraordinariamente delicadas, y el de Eternity Moment, de Calvin Klein, en el que la aparición deslumbrante de Scarlett Johansson explica por sí sola la idea del Buscando leones en las nubes de esta semana… y la razón de ser de un perfume… y el sentido de la vida… y hasta la existencia de Dios, si alguien requiriera evidencias…

(Permitidme una confidencia final: una vez escuchado el programa de esta semana percibo en él, en los fragmentos leídos -también estas últimas palabras de presentación de los anuncios me dan un poco esa impresión-, no sólo un evidente -y espero que disculpable- enfoque masculino, sino un cierto tono mucho más lamentable, algo repetitivo e insistente, una cantinela babeante de viejo verde patético… ¿lo seré ya?, ¿me deslizo inevitablemente por la dura pendiente de la senectud deseante y sólo deseante? De todas formas, espero que todo, textos y canciones, anuncios y comentarios, os resulte interesante y sugestivo… aunque, quizá, sí, lo confieso, quizá… se me vea un poco el plumero. En fin…)






El aroma de las mujeres

martes, 18 de noviembre de 2008


CESARE PAVESE

El 9 de septiembre de 1908 nacía en un pueblecito cercano a Turín Cesare Pavese, el imprescindible escritor italiano. El Buscando leones en las nubes de esta semana pretende rendir homenaje a su figura aprovechando, con un cierto retraso (pero hay que recordar que hasta finales de octubre no comenzaron las emisiones por este curso), el centenario de su nacimiento.

Poeta, novelista, escritor de cuentos, la obra literaria de Pavese viene marcada por una biografía algo tortuosa: la muerte del padre cuando él es sólo un niño; la dificultad de la relación con su madre, que adopta el papel más severo y riguroso que hubiera debido corresponder a la figura paterna, una madre en la que la sensibilidad infantil no encuentra ternura ni afecto; una personalidad tímida, introvertida, con inclinación al aislamiento, retraída; una infancia algo traumática y una adolescencia solitaria, con fuertes tendencias, ya de joven, hacia el suicidio; una vida adulta amarga, inadaptada, llena de conflictos interiores; un destierro político, confinado durante un año en un pueblo perdido en la remota Calabria, que exacerba su propensión a la soledad; largas etapas de encierro en la casa de su hermana, en la que se recluye, incapacitado para una vida normal, activa; una problemática relación con las mujeres, con el trasfondo de su impotencia sexual, unas mujeres a las que necesita y por las que se ve reiteradamente abandonado (traicionado, a su juicio); y, por fin, su suicidio en la habitación de una pensión de Turín, cuando aún no ha cumplido los cuarenta y dos años. Todo esto da asco. Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más, son las últimas palabras (en la traducción de Esther Benítez) que escribe en su diario, una de su obras mayores, el magistral El oficio de vivir.

En la vertiente literaria, el programa ofrece algunos fragmentos, muy breves, casi aforismos, extraídos de ese El oficio de vivir, un libro en el que afloran todas su obsesiones, todas sus preocupaciones: el dolor, la soledad, el odio, la frustración, la rabia, el sexo, la muerte, el suicidio, la tristeza, la política, la literatura, los reiterados fracasos amorosos. Los textos que he seleccionado tienen a las mujeres como centro y motivo principal. Pavese tenía una visión muy dura, desencantada y absolutamente misógina de las mujeres. Sea por el poderoso, negativo y algo castrante influjo de la madre, sea porque su experiencia amorosa enlazó desengaños y traiciones, sea por una reiterada vivencia del dolor, del fracaso sentimental, de la soledad, su visión de la mujer es, muchas veces, descarnada, ofensiva, desesperanzada, brutal incluso; una visión que Pavese expresa sin paliativos, de un modo rotundo, muy duro, lo que lo aleja, ciertamente, de la corrección política imperante en la actualidad.

Y para compensar ese tono exasperado de las opiniones de Pavese sobre las mujeres, para equilibrar la balanza, pudiéramos decir, la parte musical del programa la protagonizan dulces, sensuales y sugerentes intérpretes italianas. Así, han sonado la grave voz de Carmen Consoli; la, por el contrario, susurrante y algo aniñada Amalia Grè; Lalli, nombre artístico de Marinella Ollino, en su fecunda unión musical con Piero Salizzoni; la aún italiana Carla Bruni, pese a que, tras los reiterados excesos verbales de Berlusconi, esté madurando la idea de un definitivo afrancesamiento; la romana Chiara Civello, que vive, no obstante, de manera habitual en Nueva York; Fiorella Mannoia con una ya muy larga y excelente trayectoria musical; Laura Fedele, que hace una extraordinaria versión de un clásico de Tom Waits; la gran dama, una de las divas de la música italiana, Ornella Vanoni; la siciliana Patrizia Laquidara; la muy italiana, aunque neoyorkina de nacimiento, Rossana Casale; y, por último, Raffaella Destefano al frente del grupo Madreblu interpretando una pieza magnífica, Certamente, que aparecía en la banda sonora de la serie de televisión Los Soprano.




Cesare Pavese

martes, 11 de noviembre de 2008


J.M.G. LE CLÉZIO

El Buscando leones en las nubes de esta semana (que salió al aire ayer con algún problema técnico en su emisión convencional) está dedicado al último premio Nobel de Literatura, el excelente escritor francés, Jean-Marie Gustave Le Clézio. Pese a que su acogida en el ámbito de la crítica literaria, de la prensa especializada y de los expertos en literatura ha sido más bien tibia, el impacto que la obra de Le Clézio ha producido siempre en mí ha sido poderosísimo, pues me parece un escritor formidable o, al menos, un escritor -más allá de sus valores literarios, que sin duda existen, y muy notables- cuyas preocupaciones, cuyos referentes, cuya visión del mundo, mostrados en sus obras, me parecen muy atractivos e interesantes, muy cercanos; unos motivos, unos temas que afloran en unas novelas siempre llenas de evocaciones, misteriosas y sugerentes, poéticas. Le Clézio es un escritor nómada, intelectualmente mestizo, de espíritu cosmopolita. Él mismo, nacido en Francia, ha vivido en México, Tailandia, las islas Mauricio, de donde procede su familia, una familia de blancos en el criollo país africano, y en donde ha ambientado algunas de sus novelas. En concreto, las islas Mascareñas son el escenario de El buscador de oro y El Viaje a Rodrigues, dos novelas extraordinarias. Su mujer es de origen saharaui y las historias de sus antepasados marroquíes impregnan Desierto y El pez dorado. México ha tenido también una presencia destacada en algunos de sus libros. Una especie de ficción biográfica, y hasta autobiográfica, El africano, relata su infancia en Ogoja, Nigeria, como telón de fondo de la extraordinaria peripecia vital de su padre, médico para todo en esas perdidas e inhóspitas tierras africanas. Una infancia dura y agreste, austera y esforzada, pero también intensa y feliz. No quiero hablar de exotismo, los niños son absolutamente ajenos a este vicio, dice en El africano, a próposito de su infancia nigeriana, el niño protagonista, que es el propio Le Clézio, no porque vean a través de los seres y de las cosas, sino porque, justamente, sólo ven eso: un árbol, un hueco en la tierra, una colonia de hormigas constructoras, una banda de chicos turbulentos en busca de un juego, un viejo de ojos nublados que tiende una mano descarnada, una calle en un pueblo africano un día de mercado, eran todas las calles de todos los pueblos, todos los chicos, todos los árboles y todas las hormigas. Ese tesoro está siempre vivo en el fondo de mí y no puede ser extirpado. Mucho más que simples recuerdos, está hecho de certezas. Y es igualmente en su obra, por lo tanto, al igual que en su vida, en donde se muestra permanentemente esta huella de la infancia, la memoria de paraísos perdidos y no del todo olvidados. A cada instante me siento traspasado por el tiempo de otra época, en Ogoja, escribe. Una obra en la que aflora, además, el interés por el otro, por quienes ocupan los márgenes de la devoradora cultura occidental, por los desfavorecidos, por los parias de la tierra, por las culturas minoritarias. Una obra, consiguientemente, muy atraída por la mezcla, por la extrañeza y la extranjería, por el exilio, por el desarraigo. Onitsha, La cuarentena, El pez dorado, nos presentan personajes fuera de su entorno, desplazados, viajeros, seres desconcertados que buscan un sentido a sus vidas en territorios exóticos, en la India o Marruecos, en Sudamérica, en el África negra o en islotes desolados en remotos archipiélagos del Índico… Un escritor espléndido, pues, autor de algunas novelas magníficas de búsqueda existencial, de vagabundeo espiritual, podríamos decir, de aventuras interiores, ambientadas en entornos salvajes, austeros, primitivos, en una naturaleza hostil, a menudo descarnada, inhumana, volcánica… La Academia Sueca ha recogido bastantes de estos aspectos de la literatura de Le Clézio resaltando, en la concesión del premio, su condición de escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada, investigador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante.

He buscado una música, para ambientar la lectura de los breves e inspiradores fragmentos de las novelas de Le Clézio, que respondiera a esa idea de mezcla, de cosmopolitismo y ciudadanía del mundo, por decirlo así, de mestizaje, de interpenetración cultural que transpira la obra del último premio Nobel. Son piezas, en la mayor parte de los casos, que reflejan, cada una de ellas, la colaboración de dos o más músicos pertenecientes a tradiciones distintas y aparentemente alejadas entre sí. El resultado es, a mí me lo parece, espléndido, un juego de contrastes, de confrontaciones, de réplicas y contrarréplicas, que se resuelve en melodías deslumbrantes, en canciones preciosas, en piezas de una intensidad y una belleza casi siempre sobrecogedoras. Así, por orden de aparición suenan el dúo compuesto por la violinista sueca Ellika Frisell y el intérprete senegalés de kora Solo Cissokho; el ya clásico cantautor argelino Idir con la escocesa Karen Matheson, una garganta tocada por la mano de Dios, en palabras de su paisano Sean Connery; la portuguesa y a la vez caboverdiana Sara Tavares, un cruce de culturas ella misma; los cubanos del Buena Vista Social Club, con Compay Segundo al frente, renacidos en su senectud gracias al influjo del mago norteamericano Ry Cooder; la francesita Coralie Clément jugando a las contradicciones con el brasileño Toco, entre referencias literarias francesas y brasileñas; el portugués Rodrigo Leao con la canadiense Sonia Tavares en una evocadora pieza con aire falsamente cinematográfico; el maestro maliense de la kora Toumani Diabate con el virtuoso norteamericano del trombón Roswell Rudd, unidos en una interpretación prodigiosa, sensual, mágica, envolvente; Anoushka Shankar, una de las hijas del genial intérprete del sitar, Ravi Shankar (la más conocida es, sin embargo, su hermana, Norah Jones), que vive a caballo de Inglaterra, la India y California, remezclada magistralmente por los igualmente estadounidenses The Thievery Corporation; las vocalistas sudafricanas Mahotella Queens con otra escocesa, Eddie Reader y la también hindú Revetti Sakalar, sobre las bases hipnóticas de los productores Duncan Bridgeman y Jamie Catto, en ese proyecto magnífico que es One Giant Leap; y por último, la emocionante, estremecedora Miss Sarajevo, interpretada por el fallecido tenor italiano Luciano Pavarotti con los irlandeses de U2.



J.M.G. Le Clézio

viernes, 7 de noviembre de 2008



MÁS JAPÓN

Dejo ahora aquí, con algún retraso, el programa del lunes pasado, el segundo de la serie que Buscando leones en las nubes ha dedicado al Japón con ocasión de la exposición de fotografía que durante el mes de octubre se presentó en el Centro Cultural Hispano Japonés de Salamanca. Imágenes del Japón era el título de la exposición y en ella se ofrecían setenta fotografías, realizadas por Carlos Montenegro, en las que se reflejaba de un modo muy amplio la enorme variedad y la riqueza cultural y arquitectónica, natural y humana del país nipón. Una de esas magníficas fotos, la del Torii Itsukushima, en la isla de Miyajima, es la puerta que abre la entrada de hoy al blog, una puerta simbólica que opera a modo de invitación al descubrimiento de una civilización tan fascinante como la japonesa. Los Torii son arcos tradicionales que aparecen normalmente a la entrada de los templos shintoístas japoneses y que delimitan la frontera entre el espacio sagrado y el profano.

En esta segunda emisión se repite el esquema de la primera entrega. Por un lado, piezas musicales con un inequívoco aire japonés, pese a su extracción de ámbitos muy diversos que van desde la electrónica al jazz, desde el folklore tradicional a la música clásica, desde la tonada pop hasta algún no muy atrevido experimento de vanguardia. Los intérpretes de las diversas canciones fueron Aus, Marisha Kosugi con X-Cultures, Haruka Nakamura, Aki Tsukuyo, Piana, Ryuichi Sakamoto con Minekawa Takako, Keiko Matsui, Koto Vortex, Takahiro Kido, Akira Senju y Hako Yamazaki.

Entre las piezas musicales, en la vertiente literaria del programa, he seguido ofreciendo una selección de haikus. El haiku es una de las formas (sin duda la más conocida) de la poesía tradicional japonesa. Aunque hay antecedentes bajo distintas acepciones en el siglo VIII y en diversos clásicos de los siglos X y XI, su popularidad empieza a crecer en el siglo XII. Los grandes nombres del género aparecen, no obstante, a partir del siglo XVII: Matsuo Bashô (1644-1694), Yosa Buson (1716-1783), Issa Kobayashi (1762-1826) y Shiki Masaoka (1867-1902), de cada uno de los cuales he leído tres poemas en el programa. La denominación actual, haiku, surge en el siglo XIX, siendo su manifestación más habitual la de un poema breve, generalmente de diecisiete sílabas, dispuestas en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. No obstante, tanto el número de versos, como su extensión o la distribución de las sílabas en ellos pueden variar, alejándose del patrón métrico habitual. El poema carece de rima y de título así como, originalmente, de signos de puntuación o mayúsculas, en un reflejo externo, con ese despojamiento y esa austeridad de las formas, de la simplicidad, de la expresión sencilla, concisa y clara, que son rasgos destacados del haiku.

La mayor parte de los haikus incorporan un vocablo que vincula el poema a una estación del año. Así, ligados a la primavera aparecen las flores del ciruelo, del cerezo, del sauce, las golondrinas, el ruiseñor, la neblina, las montañas, las ranas, las mariposas. Al verano corresponden las fiestas, el canto del cuclillo y la alondra, las chicharras, las luciérnagas, las lluvias estacionales, los manantiales, las peonías, la plantación del arroz. En otoño se muestran ánsares y garzas, libélulas y crisantemos, la cosecha del arroz, las noches largas, la luna. Por último, el invierno se refleja en las nieves, la escarcha, los campos helados y yermos, el viento glacial, la vejez, la pobreza. Por otro lado, el fondo del poema, su temática, suele centrarse en la descripción de algún suceso o alguna escena real o imaginada. El sentido literal de haiku (o haikai) es “lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”. El poeta recoge de un modo brevísimo e intenso, al modo de un relámpago esclarecedor, un acontecimiento, aparentemente banal, pero al que su mirada, la penetración, la agudeza, la sensibilidad de su mirada dotan de capacidad evocadora, de potencia expresiva, de emoción y espíritu y belleza y sentimiento y ensueño y trascendencia.

Espero que música y textos os resulten agradables e intensos.



Japón II

domingo, 2 de noviembre de 2008


MAMÁ

El 5 de agosto de 2006 murió mi madre. Algunas semanas después le dediqué mi primer programa de modesto homenaje y particular recordatorio en Buscando leones en las nubes. El 5 de febrero de 2007, seis meses después, se emitió el segundo de los programas en su memoria.

Hoy, día de difuntos, quiero ofreceros aquí ambas emisiones en una nueva ocasión para su recuerdo (en mi caso, en el de mi familia, en el de quienes la conocieron) y para la reflexión (en el de cualquiera que los escuche, pues creo que lo que en ellos se cuenta tiene un valor universal, trasciende la anécdota personal -siendo ésta importante, siendo esencial: era mi madre- y toca algo, un último reducto de la intimidad que a todos nos concierne).

En el primero de los programas leí un texto precioso de Elvira Lindo que, con el título de Corazón abierto y con la enfermedad y la muerte de su propia madre como motivo central, se publicó en El País el 30 de agosto de 2006, a los pocos días de morir la mía. Entre las conmovedoras palabras del relato de Elvira Lindo intercalé algunas canciones, todas muy tristes y muy emotivas, que con la muerte de la madre como tema principal, en la mayor parte de los casos, o con la muerte contemplada desde una perspectiva más general, en los demás, interpretaron Grant Lee Phillips, Bruce Springsteen, Annie Lennox, Iris Dement, Antony And The Johnsons, Johnny Cash, Sarah McLachlan, Lene Marlin, Eric Clapton y Gary Jules.

Para la segunda de las emisiones elegí un enfoque masculino, mucho más cercano a mi sensibilidad, pues, para hablar del terrible impacto que supone en nuestras vidas la desaparición de la madre. En el programa leí fragmentos de un libro excepcional, una auténtica obra maestra, El libro de mi madre, de Albert Cohen, publicado hace muchos años por la editorial Anagrama. Albert Cohen rememora, ya un hombre maduro, años después de su fallecimiento, que había tenido lugar en 1943, en una Marsella ocupada por los nazis, la figura de su madre, su infancia con ella, su vida con ella, en un texto tristísimo y apasionado, emocionante y desolador, lleno de ternura y de amor, de dolor y melancolía, de recuerdos y nostalgia y lágrimas y afecto y gratitud y pesar... Para acompañar los textos de Albert Cohen, me pareció oportuna una alternativa musical autobiográfica. Escogí una serie de canciones (las más tristes) de mi última adolescencia y mi primera juventud, por entender que, más allá de la infancia, es esa etapa de la vida, en la que el joven rebelde (todos lo son) busca su independencia y ansía construir su espacio propio, fuera de la esfera de la tutela maternal, la que representa mejor, quizá, la influencia que la madre ejerce en nuestras vidas (para bien y para mal, con su amor entregado, solícito e incondicional, pero también con su afán protector, su cariño a veces algo asfixiante, su abrazo naturalmente posesivo que en ocasiones impide volar). Salieron al aire, así, preciosas canciones de Pink Floyd, Emilio Cao, Graham Nash, Lluis Llach, Genesis, The Rolling Stones, Neil Young, The Mamas and the Papas, The Beatles, Simon & Garfunkel y Luis Emilio Batallán, que constituyen la banda sonora, como digo, de algunos de los años más importantes (por cambiantes, por desconcertados, por indecisos, por titubeantes, también por tristes) de mi propia vida.

Espero que ambos programas puedan, recordando a mi madre, traeros a la memoria a las vuestras, y por ello, aunque entre lágrimas, os hagan felices.



Mamá I. Elvira Lindo


Mamá II. Albert Cohen

martes, 28 de octubre de 2008


JAPÓN

Durante este ya casi extinto mes de octubre, en el Centro Cultural Hispano Japonés de Salamanca, se ha exhibido (aún quedan unos días), con el título de Imágenes del Japón, una muestra de fotografías realizadas por Carlos Montenegro y que tienen al país nipón como referente central. Carlos Montenegro, además de amigo personal, viajero apasionado y gran conocedor del Japón, en donde ha estado en cerca de una decena de ocasiones (en la última de las cuales hizo para mí de amable, ilustrado y muy instructivo cicerone, facilitándome el descubrimiento de un país en sí mismo fascinante, pero que sin él lo hubiera sido menos), tiene un excelente gusto y un muy buen ojo fotográfico, de modo que la exposición, para quienes aún tengáis la oportunidad de visitarla 'en directo', es altamente recomendable y permite disfrutar de unos momentos muy agradables, interesantes y entretenidos. En ella están representadas, en unas setenta estupendas fotografías, las dos grandes vertientes del complejo país del sol naciente. El Japón ancestral, con sus parques, sus jardines, sus templos, con la pervivencia de costumbres y rituales, de ceremonias, de vestimentas. Y también el Japón más moderno y avanzado, con sus rascacielos, sus calles atestadas, sus personajes exóticos, sus neones, sus futuristas tecnologías...

Mi pequeña aportación personal a la magnífica exposición fotográfica la constituye una decena de haikus, la más conocida de las formas poéticas tradicionales japonesas, seleccionados por su vinculación (a modo de contraste o confrontación, espero que enriquecedora) a las imágenes exhibidas.

Con ocasión de esta exposición, Buscando leones en las nubes dedica dos programas al mundo japonés. En la parte literaria de cada uno de ellos se ofrece una serie de haikus extraídos, la mayoría, del completísimo El libro del haiku, publicado por Alberto Silva en la editorial Visor. El contrapunto musical lo ponen algunas piezas interpretadas, claro está, por artistas japoneses, pero pertenecientes a tradiciones musicales no necesariamente autóctonas del archipiélago nipón. He escogido así una muestra variada que incluye música de jazz, melodías pop, canciones folk, piezas de música electrónica, sonidos tradicionales... y hasta alguna representación de la música clásica contemporánea. He elegido piezas lentas, intimistas y con un punto, en general, de melancolía, muy conveniente para degustar la profundidad y la capacidad de evocación de los haikus. En cualquier caso, el resultado es, pese a la aparente heterogeneidad de la mezcla, inequívocamente japonés y representativo de la variada escena musical nipona. Quiero agradecer a mi amiga portuguesa Sara Passos, experta conocedora de la música contemporánea (y también de la no contemporánea), sus imprescindibles sugerencias, hechas desde Viseu; sin ellas no hubiera podido completar los dos programas.

Dejo aquí, hoy, la primera de las dos emisiones, que salió al aire ayer mismo. Los haikus leídos en ella se deben a algunos de los grandes clásicos japoneses en este género literario: Raizan, Chiyo-jo, Shiki, Kigin, Yaba, Issa, Kikaku, Buson, Jôsô, Bâsho, Taigi y Shôha. Las piezas musicales las interpretaron Masakazu Yoshizawa con Kokin Gumi, Susumu Yokota, Hajime Chitose, los Yoshida Brothers, Popoyans, Hiroko Kokubu, Takashi Hirayasu con Chuei Yoshikawa, Ryouko Moriyama, Miyuki Nakajima, Yoko Kanno, Chikara Tsuzuki y Oki. La semana próxima, tras la emisión radiofónica del lunes que viene, os ofreceré la segunda edición de la miniserie japonesa de Buscando leones en las nubes.




Japón I

viernes, 24 de octubre de 2008

BOB DYLAN

Hoy se entregan los Premios Príncipe de Asturias en su edición de 2008. Hace un año, con ocasión de la concesión del galardón, en su modalidad de Artes, al músico y poeta estadounidense Bob Dylan, Buscando leones en las nubes dedicó tres programas, que se emitieron a lo largo del curso pasado, a razón de uno por trimestre académico, al genial artista de Minessotta.

En ellos se repasaba la fecunda trayectoria musical del cantautor norteamericano con una selección de una treintena de canciones, presentadas en orden cronológico desde 1962 hasta la relativa actualidad de Modern Times, su último disco de estudio. Se trata de piezas musicales (todas excelentes y muy conocidas) que representan lo mejor de la música popular de nuestra época, que constituyen un fragmento esencial, una muestra brillante y extraordinariamente representativa de una importante parcela de la historia de nuestro mundo occidental en estos últimos cincuenta años.

Antes de cada canción se ofrecía su letra, esos textos a veces oscuros, plagados de citas, de alusiones, de calas en territorios muy diversos, desde la mitología del rock, el country o el folk a la Biblia, desde la literatura de Shakespeare, Petrarca o Bertold Bretch a las noticias de la prensa o la televisión, desde los cuentos infantiles a la mención de desconocidos personajes de la intrahistoria de la sociedad norteamericana. Unos textos repletos, además, de incontables referencias al cine y al arte y a la poesía; llenos de metáforas inexplicables, de lirismo, de asociaciones surreales; unos textos en los que afloran la preocupación social y la rebeldía y los cambios de las costumbres y los movimientos juveniles y la política y el pacifismo y el poder y las causas perdidas y la religión y la fe y el amor y tantos otros de los leitmotivs recurrentes de este inmenso poeta. Precisamente la complejidad, la riqueza, la capacidad evocadora de la obra de Dylan, también su valor sociológico, su condición de espejo de una época, fueron resaltados por el jurado de los Premios Príncipe de Asturias, que justificó entonces la concesión del galardón al considerar a Dylan, y cito literalmente del acta del jurado, mito viviente en la historia de la música popular y faro de una generación que tuvo el sueño de cambiar el mundo. Austero en las formas y profundo en los mensajes -continúa el jurado- Dylan conjuga la canción y la poesía en una obra que crea escuela y determina la educación sentimental de muchos millones de personas. Por ello mismo, es fiel reflejo del espíritu de una época que busca respuestas en el viento para los deseos que habitan en el corazón de los seres humanos.

Las poéticas palabras de las canciones de Bob Dylan están extraídas (salvo alguna excepción aislada) de Letras, el monumental libro publicado conjuntamente por las editoriales Alfaguara y Global Rhythm que contiene, en su versión original y en la novedosa y en ocasiones polémica traducción al castellano de Miquel Izquierdo y José Moreno, todas las letras de todos los discos de Bob Dylan desde el primero, de 1962, llamado simplemente Bob Dylan, hasta el penúltimo de 2001, Love and thieft. Son 1280 intensas páginas que abarcan, como digo, toda la obra del singular músico y excelente poeta, salvo el último de sus discos, el ya mencionado Modern times.

En estos días en los que ve la luz un nuevo disco de 'rarezas' de Dylan, Tell Tale Signs: the Bootleg Series Vol. 8, confío en que estos programas puedan interesaros y os permitan familiarizaros (a quienes aún no lo estáis) con la inmensa obra de Bob Dylan.



Bob Dylan I


Bob Dylan II


Bob Dylan III

martes, 21 de octubre de 2008


PRESENTACIÓN 2008/2009

Ayer, 20 de octubre, salió al aire el primer programa de Buscando leones en las nubes del curso 2008/2009. Con ciertas dificultades -coyunturales- en la emisión por internet, iniciamos la décima temporada del programa, en la que, como en años anteriores, pretendo ofreceros una hora semanal de buena música e interesante literatura.

Como avancé hace unos días, todas las semanas dejaré aquí, puntualmente, la edición correspondiente a cada lunes. De modo que hoy presento esa primera emisión, titulada Presentación 2008/2009, en la que, al igual que en cada programa inaugural de un nuevo curso, se plantean las líneas maestras de Buscando leones en las nubes, su estructura, sus propósitos, su intención, su atmósfera, su estilo... con el fin de que quienes todavía no conocen el programa se hagan una idea cabal, así, desde el principio, de cuáles son los motivos y las ilusiones, la voluntad y el deseo que nos mueven, así como, en definitiva, del tipo de propuesta radiofónica que ofrece Buscando leones en las nubes.

En entradas posteriores iré incorporando al blog los programas de presentación de otras temporadas, como siempre con las referencias de los músicos y escritores que los integran. En el de ayer, han sonado canciones de Neil Halstead, Lyambiko, Rokia Traoré, Caroline Henderson, Jakob Dylan, Audra Kubat, Neil Diamond, Holly Throsby, Ive Mendes y Carla Bruni. Los textos leídos son fragmentos extraídos de algunos libros escritos por Sándor Márai, Anna Gavalda, Alice Munro, Paul Auster, Sigmund Freud, Ricardo Menéndez Salmón, Philippe Claudel, Héctor Abad Faciolince, Eduard Márquez y Susana Fortes.

Y a modo de símbolo elemental de esta introducción a una nueva temporada os dejo un vídeo que lleva (en una especie de descenso a los infiernos) al interior de Radio Universidad, que os abre así sus puertas, al menos las virtuales...






Presentación 2008/2009

miércoles, 15 de octubre de 2008


MISCELÁNEA
Durante muchos años de mi vida he recogido frases, fragmentos, citas, referencias, versos... de los libros que he ido leyendo. Tengo infinidad de carpetas llenas de palabras ajenas, de pensamientos, de reflexiones entresacadas de los libros que me han entusiasmado. Sentí que encontraba un alma gemela cuando, hace unos años, leí a Ricardo Piglia: Me conseguí un cuaderno y empecé a anotar frases y textos de los libros que leía. Decidido a no escribir nada que yo mismo pudiera pensar, nada mío, ninguna idea propia. No tenía ideas, por otro lado, era un zombi. En ese momento empecé a llevar un diario de mi vida hecho de frases ajenas.

Esta idea, la de contar mi vida a partir de las palabras de otros, me ha resultado siempre extraordinariamente sugestiva.

Y así, en algunas ocasiones, elaboro Buscando leones en las nubes de este modo tenuemente autobiográfico, a partir de pensamientos ajenos que, de manera sutil, oblicua, trazan el perfil de mi propia personalidad. En esos casos, aligero mis carpetas seleccionando unos pocos de esos textos, y el programa se convierte en una sucesión de citas literarias más o menos heterogéneas entre las que se muestran algunas canciones que sólo a un oyente atento se le revelarán conectadas con los textos (y sólo a uno muy cercano, más aun, íntimo... conectadas con mi vida).

Se trata, por lo tanto, más allá de la presencia larvada de mis propias preocupaciones vitales en ellos, de espacios en los que no hay un hilo conductor, no existe un núcleo argumental que enlace los distintos textos, ni vincule entre sí las diferentes canciones que se emiten; textos y canciones que aparecen así desconectados, aparentemente extraños, algo perdidos como islas errantes que vagaran por mares desconocidos.

Al resultado de esa peculiar amalgama de citas literarias y músicas escogidas, de origen e intención muy diversos y aun distantes, presentada con un no muy disimulado propósito autobiográfico, yo lo llamo programas 'misceláneos'. Junto a los programas monográficos, que giran sobre un escritor en particular, un músico determinado, un libro concreto, un motivo o eje temático principal, al modo de los que ya he ido 'colgando' en la página, uno de los formatos más habituales de Buscando leones en las nubes, el más clásico y convencional, el que constituyó el referente casi único en las primeras temporadas de la emisión, es, por el contrario, éste de la miscelánea.

Con este título, Miscélanea, acompañado del número que identifica su emisión en el particular orden de Buscando leones en las nubes, iré ofreciéndoos aquí algunos de estos programas que tienen, a mi juicio, el encanto de la sorpresa, de lo desconocido, de la canción imprevista, del texto inesperado, saltando ante nosotros de un modo inopinado. Son programas hechos de fragmentos, muy propicios, por lo tanto, para una escucha no demasiado atenta ni intensa, tal y como sí exigen, creo, los que cuentan una historia articulada, los que pretenden dar cuenta de una obra, revelar el peculiar mundo de un escritor, mostrar la trayectoria de un músico.

Dejo aquí, en esta entrada, dos de estos programas, y para despertar el interés por ellos, anticipo ahora los intérpretes de las piezas musicales escogidas y los nombres de los autores de los textos seleccionados.

Marcio Faraco, Rim Banna, Teddy Thompson, Anna Nygren, David Benoit, Marketa Irglova, Habib Koité, Simone White, Lee Ritenour y el dúo circunstancial Vanessa da Mata y Ben Harper, integran la parte musical del primero de ellos. Vikkram Seth, Friedrich Hölderlin, John Connolly, Al Berto, Eduard Márquez, Nicole Krauss, Deborah Eisenberg, John Banville, John Lanchester y Harkaitz Cano, constituyen las referencias literarias de esa misma emisión.

En el segundo programa se presenta música de Sidsel Endresen con Bugge Wesseltoft, Amel Larrieux, Simone White, por segunda vez, Richard Julian, Françoise Hardy, Nancy Vieira, Anoushka Shankar con Karsh Whale, Linda Thompson, Eddi Reader, Marcio Faraco, que también repite, Mark Sholtez y Morcheeba. Los textos los escribieron Ulrich Renz, Inma Monsó, Andrés Trapiello, Juan Antonio Masoliver, Robertson Davies, Ricardo Menéndez Salmón, Antonio Soler, Pete Dexter, Paul Auster, Luis Landero, Enrique Vila-Matas y Sam Savage.

Cierro mi aportación de hoy con unas palabras de, una vez más, Ricardo Piglia. En cuanto a mí, usted quizás lo habrá notado: yo soy un hombre enteramente hecho de citas.




Miscelánea 161


Miscelánea 162

sábado, 11 de octubre de 2008




VAN MORRISON Y JAMES JOYCE

Cuando era un chaval, las orquestas que tocaban en las verbenas de los pueblos de Galicia (no lo he dicho, soy de Vigo, pese a mi anclaje de años en Salamanca) aceptaban (y hasta alentaban) las peticiones del público. Era así habitual que alguien de entre la concurrencia se acercara al escenario y, tímidos los niños, descarados los adolescentes, azoradas las muchachas, bravucones los mozalbetes, atrevidos los novios, circunspectos los adultos, alegres y risueños los ancianos, solicitara a la moderna vocalista (convertida en inconsciente objeto de deseo de todo el pueblo) o al maduro galán (que encanecía año tras año entre suspiros de las madres y la algo aviesa envidia de los maridos) o al joven cantante rebelde (rebelde, pero menos, condenado a enfundar su ansia de libertad en el uniforme fosforescente, el traje de lentejuelas, la pajarita opresora), alguna pieza musical con la pretensión (como digo casi siempre satisfecha) de que la orquesta la interpretara sin un excesivo ensañamiento.

En mi memoria está desde entonces la frase con la que siempre, en todo caso (matiné o sesión vespertina), en cualquier entorno (aldea rural diminuta o barrio urbano multitudinario), el cantante de turno (clásico o yeyé, aborigen o foráneo, oscuro o cetrino o luminoso y deslumbrante -en su acepción más literal: refulgiendo entre el resplandor de las americanas de fantasía) daba paso a la pieza solicitada, antes de perpetrar su interpretación: Atendiendo una amable petición...

Atendiendo una amable petición (un comentario que con tono urgente y apasionado se vertía ayer mismo en este blog) ofrezco hoy un programa (quizá el que más me gusta de los cerca de doscientos que ya han salido al aire; ciento ochenta y dos, exactamente) que tiene un doble protagonismo, en ese juego de espejos en el que a veces incurre Buscando leones en las nubes (en la entrada de ayer aparecen Raymond Carver y Tom Waits frente a frente). Por un lado, una decena de preciosas y tristísimas canciones de Van Morrison, el león de Belfast; por otro, un cuento, Dublineses, escrito por otro irlandés, esta vez de Dublín, James Joyce; un cuento que presento en la traducción de Guillermo Cabrera Infante y que fue la base de una excepcional película, la última suya, de John Huston, The Dead.

Tristeza, melancolía, intensidad, amor, deseo, pasión... eso quiero ofrecer... atendiendo una amable petición...



Van Morrison/James Joyce

viernes, 10 de octubre de 2008




RAYMOND CARVER Y TOM WAITS


El próximo día siete de diciembre, Tom Waits cumple cincuenta y nueve años. Desde esa fecha, y durante todo un año, hasta (obviamente) el siete de diciembre de 2009, fecha de su sexagésimo aniversario, Buscando leones en las nubes va a ofrecer una serie de programas monográficos dedicados a difundir la música, las letras, las opiniones, la biografía del excepcional músico de Pomona (California). A medida que esos programas vayan saliendo al aire los iré colgando en esta página.

Mientras tanto, quiero presentar las dos emisiones que hace unos años dediqué al genial músico californiano, en las que lo presenté en un juego de contrastes, que me pareció muy sugestivo, con el también extraordinario cuentista y poeta Raymond Carver. En el caso de Tom Waits ambos programas recogen canciones de su hasta ahora último (triple) álbum, Orphans. De Raymond Carver leí poemas de su antología Todos nosotros, publicada por Bartleby Editores.

A mi juicio, tal y como señalo en la presentación de esos programas, los dos artistas tienen muchos parelelismos: comparten existencias rotas, peripecias vitales borrascosas, permanentes inestabilidades personales y profesionales, brutales inmersiones en las devoradoras fauces del alcohol, fracasos sentimentales, bancarrotas, peligrosos coqueteos con los márgenes de la sociedad, y una cierta complacencia en el descenso a los abismos de la degradación humana, la soledad y la desesperanza. En ellos hay también, sin embargo, la búsqueda del sentido, el intento del amor liberador, el deseo, el sueño de una existencia pacífica y realizada. Y en ambos casos, en las obras de ambos, hay pasión, intensidad, emoción, lucidez, belleza y verdad, estremecedora belleza y descarnada verdad.

Espero por todo ello que estas dos emisiones de Buscando leones en las nubes sirvan como anticipo e invitación al singular universo de Tom Waits y a la magnífica obra de Raymond Carver.




Raymond Carver/Tom Waits I


Raymond Carver/Tom Waits II

miércoles, 8 de octubre de 2008




DIARABY

Buscando leones en las nubes lleva emitiéndose nueve temporadas (la nueva, la que dará comienzo el próximo día veinte de octubre, será la décima). Desde el inicio, una de las señas de identidad del programa, uno de nuestros más destacados rasgos distintivos es la sintonía, la canción que abre y cierra cada una de las emisiones. Se trata del magnífico Diaraby, extraído del álbum Talking Timbuktu, obra del genial guitarrista de Malí, Alí Farka Touré, y del también guitarrista americano Ry Cooder. A Alí Farka Touré, fallecido en 2006, le dediqué dos programas monográficos en un sentido homenaje con ocasión de su muerte, ocurrida (esas casualidades de la vida que parecen no serlo) un lunes de marzo, mientras el programa salía al aire. En entradas futuras subiré aquí ambos programas. De Ry Cooder poco puedo decir, sus aventuras musicales son sobradamente conocidas, siempre inquieto, experimentando siempre, siempre abierto a iniciativas innovadoras, pioneras, hasta rompedoras. Destacaré la banda sonora de París-Texas, el proyecto Buena Vista Social Club, y este Talking Timbuktu, premio Grammy en 1995.
Diaraby incluye todos los ingredientes que buscaba como emblema, como marca de referencia del programa. Un cierto exotismo, indicativo de que Buscando leones en las nubes no se ciñe a los ámbitos musicales y literarios más convencionales; la idea de mezcla, un músico americano y otro maliense, denotando la voluntad integradora, cosmopolita, intercultural de las emisiones; la calidad y la belleza intrínsecas de la pieza, ejemplificadoras del deseo, que se impone por encima de todas las demás pretensiones, de ofrecer un programa placentero y agradable, que permita disfrutar de una entretenida y excelente hora de radio...
Aquí tenéis la canción entera, para escucharla en primer plano, de un modo inhabitual, condenada a ser siempre un mero fondo sonoro para las presentaciones y las despedidas del programa.